La ciencia ha demostrado que retrasar los efectos del envejecimientoes una cuestión de llevar una vida sana. Esto no se limita simplemente a apartar el tabaco, el alcohol y otras drogas, sino que la actividad física y una nutrición adecuada son fundamentales para una mejor calidad de vida. En ese sentido, una reciente investigación ha demostrado quela alimentación es clave también para llegar con más fuerza a las últimas etapas de la vida.
Los resultados han mostrado que un alto consumo de estos antioxidantes tiene “una fuerte asociación” con la probabilidad de reducir el desarrollo de fragilidad tanto en la mediana edad como en los más ancianos. De hecho, las cifras señalaron que un consumo de 10 miligramos reduce las probabilidades de fragilidad en un 16 % en comparación con el consumo de vitamina E y C.